FOTO: Las novísimas generaciones no tienen esperanza. Datos de la Unised.
Anuncian que
Oaxaca, sí Oaxaca, es el invitado especial de la Feria del Libro de Orizaba
2014. Qué contentos andan todos, qué símbolo tan tangible de una administración
comprometida. Oaxaca, allá, mostrando lo que tiene, allá, lejos, sí, allá.
Los gestores
culturales se reúnen, planifican: “¿Qué llevamos?, ¿Qué nos representa?”. Los
intelectuales de la dependencia dan vueltas, tienen que lucirse en tierras
lejanas, dejar en claro que Oaxaca vive, siente, bulle... Las deliberaciones
son largas, la mano en la barbilla, la corbata que se afloja en el cuello, el
hambre, ¡por dios!, el hambre. Luego, con la inteligencia sagaz del veterano en
asuntos culturales, alguien habla, exclama con el brío narrativo de la
escenificación de “Donají la leyenda”: “Claro, llevemos nuestras MAGNÍFICAS
danzas, nuestras tradiciones, llevemos la Guelaguetza. Llevemos libros sobre
cuentos y leyendas, llevemos libros con recetarios de nuestra cocina, que se
sepa que Oaxaca es único, que venga más turismo, que nos distingamos”. La sala
aplaude, todos están de acuerdo. La brillante idea colocará a Oaxaca a la
vanguardia en lo que a Ferias de libro se refiere. Ahí va Oaxaca, ahí va a
mostrar lo que tiene, a lucirse, pavonearse, demostrar una vez más que el
Estado es un hervidero de artistas.
De pronto,
oculto en la sombra de la mesa, el sentido común, perdido, arrastrado por las
telarañas institucionales, pregunta: “¿Oigan señores, si es una feria del
libro, no les parece buena idea que también llevemos a algunos escritores?”.
Las carcajadas se sueltan, el estómago abultado “del funcionario” se contrae
una y otra vez, sin detenerse. Qué buena broma, piensan. Qué buen chiste para
salir de la burócrata monotonía. “¿Escritores?, qué bah, es una feria del
libro, es turismo, no es literatura”. “Pero Oaxaca no es sólo tradición señores,
es sus jóvenes poetas, narradores, dramaturgos, todos ellos tratando de abrirse
un espacio en la escena nacional, algunos malqueridos en su estado porque no
hablan de “la belleza de las flores”, “la casa del abuelo”, “El inmaculado río
de Tehuantepec” y toda esa juerga tradicional del tradicional escritor
oaxaqueño. “Si quieren ir, que hablen de Oaxaca, y qué hablen bien, o que
aprendan a zapatear y mover la piña”, contestan.
Ahí mismo, el
funcionario relegado, el que quisiera hacer algo bueno, piensa que hay
algo cierto en todo eso, pero calla, no
va a discutir con la realeza, no va a arriesgar el pellejo, el que se abulta en
la papada, el que hunde con rigor al pobre ombligo. Piensa que para qué
arriesgar más, si a los escritores locales no los invitan ni a las ferias de
libro de aquí, se suma que tampoco los invitan a las ferias de libro
nacionales. Que si a los escritores oaxaqueños “nadie los conoce”, pa’ que
esforzarse en darlos a conocer.
Pero ¿qué dirán
en Orizaba?, dirán que no hay una literatura explorando posibilidades en
Oaxaca, que no hay más que folclor, que este Estado es eso y nada más; lo
confirman sus ojos, sus oídos. Qué “bonitas” son sus tradiciones, qué bonitos
sus bailes. Lástima que no tenga escritores con hambre de ser universales,
lástima.
Y cuántas veces
hemos escuchado en encuentros solitarios “A poco escriben en Oaxaca”. Quizá la
Compañía de Danza Costumbrista recibirá el aplauso “acostumbrado”. Por suerte
un par de libros empolvados en los Parajes de las cajas saldrán a la luz, verán
el amanecer de un mundo nuevo. Mientras, los escritores vivos, los de carne y
hueso, los que buscan espacios para proyectar su obra y demostrar que algo
quieren aportar a la literatura mundial, y no a la Guelaguetza, se gastan los
pesos que les quedan en un par de chelas, aunque el hambre siga ahí, aunque ni
su estado, ni sus funcionario culturales tengan el suficiente sentido común,
para mirarlos. Después de todo si el funcionario se pone buzo podría hacer una
convocatoria para que los escritores manden su trabajo, para que tengan chance
de participar y ganarse un lugar en el autobús de los danzantes, pero “qué
hueva. Seleccionar los trabajos lleva tiempo, y todo esto surgió tan de repente.
Ah, perenganito que es mi amigo parece que es escritor innovador, porque habla
de los taxis de Oaxaca, igual y lo llevo pa’ que ya no digan nada”.
1 comentario:
¿a dónde van los taxis que parten de noche?
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